Derrotados


El gol de Soria fue un puñal, igualito a los que tiraba Daniel Day-Lewis en "Pandillas de Nueva York". La herida que ocasionó fue tan profunda que Gareca terminó desangrado y sin ningún crédito ante una hinchada despiadada que insultó hasta el último aliento.

Arriba, en los palcos, las miradas entre los dirigentes expresaron una decepción total. A Universitario ya le habían metido un mazazo con la suspensión FIFA que borraba momentáneamente su participación en la Libertadores. Y anoche los dos goles del Atlético Sullana hundieron toda posibilidad de sonreír con un título nacional.

Perdieron taquilla, perdieron "play-offs" y la dignidad de un campeón que cosechó aplausos en el Apertura. Ese Universitario que anoche perdió en el Monumental de Ate, ante un equipo livianito, se quedó con las manos vacías porque no tuvo la categoría suficiente para concretar sus ocasiones de gol en el primer tiempo.

Crema cortada

La expulsión de Márquez, por meterle un codazo al "Vagón" Hurtado, había desestabilizado el orden patentado por Cardama. Era como comerse una mazamorrita al paso, pero Rivera tapó y tuvo suerte. El incendio fue apagado y así se fueron a los vestuarios. Con un empate a cero que más de uno veía como injusto.

La segunda etapa, sin embargo, fue una tragedia. Los goles del "Burrito" Ascoy, tras gran pase de Valverde, y la mencionada estocada de Soria desnudaron las limitaciones de Galván, Araujo y Balta. Jugaron tan separados que se pudo, en esos espacios, construir un edificio con estacionamientos incluidos. Además su falta de reacción permitió que Soria pare el balón, se suba las medias y se acomode el cabello para la foto antes de vencer a Fernández.

Es cierto que los cremas tuvieron más tiempo el balón, pero su capacidad ofensiva fue tan intrascendente como la Anticumbre que pretendió sabotear la APEC.

Universitario de Deportes vive un momento complicado, difícil, triste, lleno de bronca por el dinero que pierde con la derrota, con dos goles que mataron la ilusión de una hinchada acostumbrada a irse con calambres en el alma.

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